lunes, 21 de noviembre de 2011

Chico y Tomasín un cuento de nuestros días


Pancho, ¡cómo está el patio en estos turbulentos días!, un monton de gente en los medios de comunicación anunciando calamidades, medidas restrictivas y un futuro cuando menos gris marengo.
Desembarco a todo trapo de la derecha en el panorama político y un escalofrío social que recorre muchas espaldas de la clase trabajadora.

A modo de parábola te voy a contar un cuento real y también triste, como la vida misma:

Había en Jerez una Madrastra que vivía en una casa grande, tenía tres criadas, dos perros, como tú, de nombre Chico y Tomasín, y no sé cuantos gatos, Ah! y tres niños a su cargo que es por lo que era una madrastra.
La Madrastra era boba, o al menos así lo parecía ya que permitía que las tres criadas manejaran la casa a su antojo y camparan por toda la casa haciendo y decidiendo lo que les venía en gana, maltratando e insultando a todos los seres vivientes que les pudiesen hacer sombra, mientras ella, de corto juicio, guardaba, manoseaba, miraba y remiraba las llaves de todas las habitaciones de la casa, que llevaba ensartadas en varios llaveros dentro de un cestillo del que no se separaba nunca. Sin sospechar, en su estulticia, que las criadas ya habían hecho duplicado de las llaves de las puertas, armarios y alhacenas que guardaban las cosas más preciadas, para su provecho.

No te detallo como acaba el cuento, que acabó como el rosario de la aurora, sólo quiero hacerte un paralelismo de los personajes del mismo con nuestra situación política actual.

La Madrastra era como la Presidenta de la Casa, en la inopia siempre, sin saber nada de la vida real. Chico un caniche, el preferido de las criadas, un pijo neoliberal, aprovechandose de la sopa boba,indolente y antipático, por contra Tomasín, un chucho con ramalazo de bodeguero, expulsado de la comunidad y desterrado en la azotea, lo que le produjo graves problemas psiquicos, sometido al capricho de las criadas, que decidían cuando, qué y dónde comía, dormía o vivía, un proletario canino sin oficio ni beneficio, al albur de las patronas.
Las criadas, que eran tres como ya he dicho, eran como los mercados, la prima de riesgo y los bancos, manejando en todo momento la situación y mostrándo la realidad a su conveniencia, para sacar el máximo provecho de la Madrastra y fastidiar cada vez más a todo bicho viviente.
Los gatos a su bola, como todos los gatos, y los niños en su inocencia pensaban que la vida era así...triste, cutre y sometida a los caprichos de tres desalmadas y una boba.
Pero un día, nadie sabe como a ciencia cierta, estalló la revolución y con ella la liberación, la Madrastra se quedó sola, a las criadas las despidieron, los perros desaparecieron, a los niños los recuperó su verdadera familia y la vida empezó a ser de otro color.
Esperemos que aquí, aunque tarde unos años, las cosas vuelvan a su cauce, dirigidas a tener una sociedad mas libre, mas culta y solidaria. Por el bien de la mayoría de verdad.

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