martes, 30 de octubre de 2012

Los bancos del paseo

¿ Me necesitabas? ... No

 Envidia, Avaricia, Mentira, Pereza, Soberbia, Astio, Miedo, Ira, Gula...

- Sr. Roca

miércoles, 24 de octubre de 2012

viernes, 5 de octubre de 2012

La dosis y una confesión





Después de la obligada toilette de cada mañana, y antes de comenzar con el desayuno, procedo a un ritual farmacéutico , que conforme van pasando los años  se va haciendo cada día más extenso y completo.

Primero ingiero un gelatinoso brebaje  con sabor algo parecido a la naranja y con poder para agilizar, lubricar y estabilizar las funciones digestivas e intestinales.

Segundo, una capsula verde o amarilla, depende del laboratorio suministrador, que se supone un eficaz protector del estómago, para todo lo que le vayamos a ir le metiendo durante el día.

Tercero, otra capsula blanca y roja, que completa la función de la anterior así como la del bebitrajo primero, ya que deshace cualquier indicio de burbuja gástrica  que pueda derivar en un flato de cualquier especie.

Cuarto, una píldora ovoide, dividida por una hendidura, y que se ocupa de mantener en perfectas condiciones la presión del sistema circulatorio, impidiendo cualquier intento de subida traicionera.

Y, por último, otra píldora redonda y blanca cuya delicada función se especializa en destruir y hacer que el cuerpo expulse cualquier sedimento que produzca de ácido úrico.

Esta ingesta diaria, cansina y reiterativa, hace que, si algún día por manos del demonio, te falta alguno de los específicos antes descrito y no puedas tomarlo, te produzca un estado de desconfianza con tu propio cuerpo, que hace que te imagines  que inmediatamente van a aparecer, de repente, los síntomas que combaten con sus dosis diarias.

Creo que esto también se llama hipocondría... pues me pasa!!