A los pueblos costeros nos visitan, en verano, una gran variedad de personas. Dentro de este ingente número de visitantes siguen constantes los porcentajes generales que se cumplen en la totalidad de la demografía nacional, referente al grado de inteligencia, educación, belleza, disposición, religiosidad, estupidez, aptitud, etc.
Es decir, si en cuanto a la población de España, un suponer, el 18% son rubios, probablemente de nuestros visitantes el 18% sean rubios. Si el 26,7% no sabe lo que es la educación, tendremos un porcentaje muy parecido de maleducados entre nuestro pupilaje, los que sumados a los nativos, supone que el número de cerriles aumente considerablemente durante estos meses.
Esta teoría será sin duda refutable, no digo que no, pero nadie puede negar que entre nuestros visitantes hay elementos que nos pueden sorprender cuando menos te lo esperes.
Hace dos dias, paseando por la plaza del Molino, veo a un señor con una bicicleta buscando donde aparcarla para poder bajar a la playa...pues ya pueden ver en la foto el buen sitio que eligió, se subió al parterre y la encadenó al antiguo molino que da nombre a la plaza, utilizándolo como soporte de aparcamiento ciclista.
Dudo que en su lugar de origen se permita atar su bicicleta al busto del prócer local o cualquier otro símbolo que presida una plaza pública.
Pero es que, es venir a Chipiona y sentirnos como que "semos" mucho más desahogados, como más naturales... ea!
2 comentarios:
Gracias por tu observación. He corregido el texto. Saludos.
Hay que fastidiarseee, desde luego....nada que venir al sur y dejarse la educación y las buenas maneras en el camino, todo es uno!!!!
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