Tampoco hay que pasarse

El nombramiento de Alberto Oliart como Presidente de RTVE, a los ochenta y un años de edad, es ,cuando menos, una paradoja en un Ente Público que prejubiló el pasado año a muchos de sus mejores profesionales con menos de sesenta años.

Este nombramiento fue muy comentado en las tertulias de las emisoras de radio.

En Onda Cero buscaron el testimonio de personas de avanzada edad que aún estuviesen trabajando. Todos los ejemplos que expusieron los oyentes que llamaron, se referían a profesionales librerales, médicos, abogados, o a comerciantes e industriales autónomos. No llamó ningún trabajador por cuenta ajena.

Y si te pones a pensar, no es de extrañar. Un trabajador por cuenta ajena normalmente no deja de trabajar cuando quiere, sino cuando lo echan, bien por despido, bien por prejubilación, jubilación o cualquier otra maniobra socio-laboral- administrativa.

Son tan enajenantes las condiciones de trabajo de hoy en día, con las diferentes espadas de Damocles de, los presupuestos, la productividad, la escasa valoración del trabajo realizado, la competitividad interna, la falta de criterios de los directivos, el mobbing, etc. Es tan efectivo el lavado de cerebro que te vienen realizando desde que inicias la vida laboral, que muchas personas cuando dejan de trabajar no saben que hacer, incluso tienen complejo de culpabilidad por no hacer nada. En lugar de apreciar la libertad que consiguen, aunque solo sea para ver como pasa la vida sin tener que aguantar las veleidades del maromo de turno.

Por otra parte, ese ansia de trabajar con ochenta o noventa años, como manifestaron algunos de los oyentes, a mi más que admiración y recloqueo me da lástima, porque en la forma de actuar de esos ejemplares trabajadores intuyo tambien componentes de “como no lo haga yo no lo hace nadie”, de avaricia, de orgullo, de falta de miras, de ambición, de prepotencia, de desconfianza en sus sucesores… En fin es una opinión.